Después que la lotería de Navidad no me quiso dejar ningún pellizco, casi como a la mayoría de participantes, recibí mi pedrea particular: la llamada de solicitud de un rastreo!
Gran macareno tirado en batida el día 22 por la mañana que fue alcanzado por dos disparos, dando vueltas sobre sí mismo como reacción y largándose a toda velocidad aparentemente cuesta abajo en una umbría.
Como casi siempre, los pasos a seguir por el cazador una vez herido el animal no fueron los correctos: pisotearon todo el rastro, recogieron un trozo de hueso, pusieron perros encima el rastro,…
Pese a todo, mi compañero y amigo Nacho me propuso intentarlo.
Al día siguiente, H30 llegamos al anschus dónde fuimos recibidos por dos chavales, Pol y Marc de 14 y 16 años respectivamente muy concienciados con el mundo de la caza y los perros.
Expliqué a los benjamines 4 pautas de seguridad para que me siguieran a unos10-20 metros de distancia por detrás y avanzaran a mi orden y empezamos el rastreo con Caban que enseguida nos mostró la primera sangre. Nacho hacía de coche escoba y repasaba con Tica las marcas que íbamos dejando.
El rastro nos llevó umbría abajo unos 300 metros visualizando sangre de vez en cuando en las partes altas de las matas hasta que encontramos un senderito que planeaba transversalmente la montaña, una vez ahí nos costó un rato volver a coger el rastro correcto, ya que el jabalí laceó hasta continuar cuesta arriba.
A partir de ese momento la sangre en las partes altas desapareció por completo y sólo encontramos un poco de sangre, muy escasa, a unos 15 cm del suelo de vez en cuando.
Caban nos llevaba cuesta arriba y de golpe y porrazo descendíamos unos cuantos metros y volvíamos a subir. Supongo que el Jabalí utilizó esta manera de moverse para intentar despistar a sus perseguidores.
La mayor parte del rastreo la íbamos haciendo arrastrándonos a 4 patas entre unos bojales muy espesos, nos costaba horrores avanzar, aunque se veía mucho mejor el mundo desde abajo que desde arriba!
A unos 1500 metros encontramos la cama, pero sin rastro del macareno, y la sangre ya brillaba por su ausencia.
Miré hacia atrás y viendo la cara de expectación de Pol y Marc volví a cargar de energía y ganas para continuar el rastreo pese a que mi humilde experiencia me decía que no sería un rastreo con final feliz.
Estábamos lejos del coche y el atardecer nos amenazaba, la sangre desaparecía y las posibilidades de recuperarlo eran nulas, recorrimos 2 quilómetros de mal recorrer y decidimos abortar la misión.
Salimos a una pista forestal y Nacho retrocedió para buscar el coche mientras nosotros lo esperábamos descansando y contando las anécdotas del rastreo.
Conclusión supuesta:
El cazador disparó 2 tiros:
un primer tiro que le alcanzó la parte baja de la pata delantera derecha ( de ahí la sangre baja y la tendencia a desplazar-se o bien planeando o bien cuesta arriba)
y un segundo tiro rascándole por encima de la cadera sin llegar a tocar columna (por eso empezó a dar vueltas sobre sí mismo y luego la sangre marcaba en la parte alta hasta que se taponó con su propia grasa)
Lo mejor de todo, por un lado, ver la ilusión, ganas y afición que mostraron durante todo el rastreo Pol y Marc, no perdían detalle y me siguieron como unos auténticos jabatos (gracias chavales, sois el futuro y conociéndoos estará en buenas manos!). Por otro lado, la impagable compañía y buen hacer del AMIGO Nacho!
Pero, por encima de todo, reconocer lo bueno que es Caban!!!