Bueno, este sábado sonó el teléfono y había un corzo pinchado por un amigo y había que pistearlo.
Quedamos a las 7:00 en el cruce de Alcolea, tras el saludo de rigor y comentar un poco como había sido el tiro nos ponemos en marcha.
Había que llegar a Hortezuela antes de que apretara el calor, en el anschuss, mucho pelo y sangre dispersa, el tirador me dice que iba empanzado y que le levantaron dos veces, una porque el hijo salió corriendo al ver huir al corzo y otra al intentar pistearlo ellos.
El tiro fué a eso de las 20:00 y ya eran las 8:15 de la mañana, rastro de doce horas. Rocco con su uniforme y yo ídem de ídem, posición de quieto, analizo el anschuss y pregunto la dirección de fuga, Rocco fijo en mi sin moverse, esperando su orden. ¡ ven!.... , recorre el anschuss y sale más i menos por donde decía el tirador, el perro va fijo, pero yo no veo sangre en los primeros metros hasta llegar a unas jaras, el tirador me dice que.ellos habían visto algún trozo de tripa, pero yo no veía ninguno hasta pasados unos 200mts, eso me hace sonreír y empiezo a pensar que puede ser posible, al poco Rocco gira entre la maleza y se para a olisquear un trozo seco de retama, al mirar veo que también hay sangre, Enrique, que así se llama el cazador me dice que hay está el arroyo pero que ellos ya habían estado por allí y no habían visto nada, Rocco gira a la derecha y entre lo más cerrado empieza a subir y ha tirar más rápido, un par de foros más y cambia la.forma.de mover su rabo, ¡ esta muy cerca! Pensé, y como a unos cuarenta o cincuenta metros aparece el corzo.
La alegría era explosiva por ambas partes, Rocco me volvió a dar una lección, y me hizo ver que en el monte el que sabe es el, y que lo que yo no veo el lo huele y para eso ha sido entrenado, hace poco más de un año que fué operado de una hernia y desde entonces no habíamos hecho nada.
El cazador, como loco el corzo es muy bueno y lo daba por perdido, así que abrazos y palmadas al perro le pido su recompensa, y le cuento la tradición, así que inmediatamente corta un trozo jara y se lo pone al perro en el collar, es el mejor regalo que hemos tenido en mucho tiempo.
Al final. El corzo tenía comidas las orejas y pocos indicios de ir empanzado y es que los tejones hacen mucho daño en la zona, pero una vez más doy ánimos al perro y con la más grande de las sonrisas vuelvo a casa