Este pasado domingo 9 de agosto* tiré in corzo bastante lejos sobre las 21,00 hs. de la tarde. El corzo acusó el tiro haciendo una pirueta digna del más fino de los caballos andaluces, y se internó en un monte que tenía detrás a escasa distancia. A los pocos segundos emitió una especie de suspiro muy profundo.
Nos costó trabajo encontrar el anschuss, donde apenas había unas gotitas de sangre y nada más. Unos metros más lejos encontramos 3 porciones de hueso redondo. Los trozos eran relativamente grandes, pero significaba que claramente una de las extremidades había sido afectada. Un poco más allá un trocito de sebo con sangre y nada más.
El lugar donde se internó el bicho es la base de un peñascal de aúpa, y estaba todo lleno de pedruscos y rocas en una ladera.
Estuve evaluando la situación y me dí cuenta enseguida que mi viejo Blas no era apto para la misión. Sus cortas patas, propias de un Teckel, eran claramente inapropiadas para ello entre ese roquedo. Por otro lado su escasa visión y su vejez, me decían que si la cosa se complicaba y el bicho salía arreando, poco podría hacer el pobre anciano y eso implicaba que podíamos levantar el animal para nada, por lo que opté por dejarlo estar pensando en otra solución.
Me acordé de mi buen amigo Fernando Mogollón con dudas serias sobre su disponibilidad en estas fechas, pero me equivoqué, porque al punto estábamos quedando para el día siguiente a media mañana, y todo ello a ¡una distancia de 270 kms. de su casa!
Nada más llegar reconstruímos la escena desde el lugar desde donde le tiré y tras unos minutos de esparcimiento para Pluto, nos fuimos al tiro.
No le hizo falta inspeccionar mucho a Fernando, quien puso a Pluto en el sitio y el perro de una manera muy inteligente se situó al Este del rastro, ya que el aire venía del Oeste. Siguió el hilo con la precisión de un misil y en dos ocasiones, en que para un neófito podría haber perdido el rastro, simplemente comprobaba él mismo que iba bien. El corzo realizó un par de zig-zag cuesta arriba e increíblemente había trepado por una peña, algo que nos parecía inverosímil, dado que tenía un miembro roto.
No tardó mucho Pluto en dar con él. Estaba completamente muerto. Después de analizarlo vimos que tenía un tiro en la parte baja de la panza –origen del trocito de sebo- y la bala había roto la pata contraria a la entrada, en el corvejón –origen de los trozos de hueso-. Había muerto desangrado a no más de 150 m. del tiro.
Esto nos enseña que a veces es mejor acometer el cobro dejando que la herida haga su trabajo. Si hubiésemos acometido el cobro de inmediato, hubiéramos logrado levantar un animal aún fuerte, que seguro nos habría complicado mucho el cobro. La pena es que en este tiempo la carne no era apta para su consumo.
También me enseña que un Teckel en ciertos terrenos no es el perro más apto. Aunque Blas hubiera estado en plena forma física, ese terreno es muy difícil para su anatomía. Pluto salvaba los obstáculos como quien se toma una caña.
Quiero dejar constancia del entusiasmo, afición y entrega del equipo formado por Fernando Mogollón y Pluto, quienes son además de una pareja inigualable, un abnegado equipo al que no asusta hacer más de 500 km. para resolver un entuerto, y todo ello en día laborable para él.
Muchas gracias a los dos. Con vosotros da gusto de verdad.
P.D. Se me ha olvidado traerme el cable de conexión de la cámara de fotos con el ordenador, por lo que hasta que no vuelva a Madrid, no podré adjuntar alguna foto.
*Que a nadie le extrañe la fecha, porque donde yo «trabajo» habitualmente el corzo está abierto 11 meses al año. Por otro lado esta fecha implica que el finado ya ha realizado sus funciones eugenésicas como Dios manda.
Santiago Segovia Pérez