El fin de semana pasado, en el curso de rastreo de Cercedilla, comprobé la importancia del entrenamiento con rastros artificiales. La perra de Alfonso Couret (una cachora de Sabueso de Baviera con 7 meses, hermana de camada de mi perro Zivo) resolvió un rastro artificial verdaderamente complicado, de 24 horas de edad y después de que lo hubiera hecho otro perro, con 4 personas detrás. La diferencia de actitud de esta cachorra (permenentemente buscando con la nariz por el suelo) con la de su hermano, me hicieron preguntarle a Alfonso cuántos rastros artificiales le había trazado. La respuesta fue "no se... 25 ó 26". Yo con Zivo llevo 12, en el mismo tiempo desde que vinieron juntos de Polonia.
Así que decidí "ponerme las pilas" con la preparación de Zivo y hacerle trabajar al menos dos veces por semana, con rastros artificiales o naturales.
Pues ayer y hoy he estado en una finca de los Montes de Toledo, con los "coletazos" de la caza selectiva de ciervos. Algunos venados más atrasados y malos todavía conservan su cuerna. Tampoco es mal momento para eliminar varetos con mala clase. Cogí a Zivo y el 6,5x57R y salimos al campo.
Después de haber matado un venado infame, tiré un vareto algo largo, en una pedriza. Al tiro salió corriendo, pero oí el impacto de la bala. Esperé unos 15 minutos, subí con Zivo y lo até a un árbol (se que no es muy ortodoxo, pero todavía no le he enseñado el "quieto"), mientras examinaba el anschuss. Nada de nada. No se veía ningún indicio. El suelo era pura piedra y no se marcaban las pezuñas. Dí una vuelta alrededor de donde estaba el vareto en el tiro, y seguí sin encontrar nada, aunque conocía la dirección de huida. Fui a por Zivo y lo solté. La verdad es que no se aleja mucho y de momento no muestra el interés desmedido de mis teckel por los rastros calientes. Aún así, tuve la sensación de estar traicionando nuevamente a la ortodoxia, pero estaba anocheciendo y andaba con cierta prisa.
Al soltarlo en el anschuss, Zivo se marchó en dirección diametralmente opuesta a la de huída del vareto, pero enseguida volvió y tomó la dirección correcta. Me quedé parado. Al cabo de unos 15 segundos le oí ladrar a parado insistentemente. Lo había encontrado. Acudí a su llamada pensando que el vareto estaría aún con vida pero muy malito, y por eso ladraba el perro. Al llegar a él, Zivo se calló y empezó a morder. La sorpresa mayúscula fue que el vareto estaba completamente muerto. ¡Zivo ladraba a muerto! ¡Gran alegría!
Volvimos al coche, cambiamos rápidamente de zona y apuramos los últimos minutos de luz. Pude tirar otro vareto, la verdad es que viéndolo ya regular, aunque lo suficiente para comprobar que era de quitar. Al tiro salió como un rayo y está vez no oí claramente el impacto de la bala (estaba más cerca), pero tuve la sensación de haberle pegado, aunque mal. Seguí la carrera hasta que atravesó un vallejo con rebollos y empezo a subir por una solana muy cerrada, donde dejé de verle. Decidí buscarlo a la mañana siguiente (esta mañana).
En la cama estuve dándole vueltas al tema y me entraron dudas sobre la capacidad de Zivo para encontrar el ciervo. Habría pasado una noche y 10 horas... en esa solana hay muchas reses y estará llena de rastros... al perro le falta mucho para estar preparado... el vareto trepaba con mucha fuerza a juzgar por el ruido rompiendo monte...
A las 8.30 h. ya estábamos Zivo y yo buscando el anschuss. Esta vez no tenía tan claro el punto exacto donde estaba el vareto cuando disparé. Es un jaral uniforme y es difícil tomar referencias. Pasé más 20 minutos buscando el anschuss solo y después otros 10 con Zivo, esta vez de la traílla. Nada. Decidí bajar hasta el vallejo, a ver si veía algo allí. Después de un rato ví un rastro de pezuñas "a la carrera", con evidencias de que el animal iba arrastrando una pata.
A los pocos metros encontré una gota de sangre y un pedazo de carne. Decidí que, casi con seguridad, el ciervo iba pegado en un jamón. La cosa se complicaba. Le señalé el rastro a Zivo, luego la sangre y la carne, pero el perro no quería el rastro. No mostraba una especial excitación y deambulaba de la traílla pivotando sobre mí. Andaba con la nariz en el suelo, pero totalmente desorientado.
(Olvidé que la cámara del teléfono no tiene macro)
Avancé por el vallejo con Zivo de la traílla, a ver si cortaba el rastro en algún punto que le interesara más. Cada aprox. 10 m. encontraba una gotita de sangre, pero Zivo seguía perdido. Así llegamos al pie de una inmensa solana, con mucho monte, muy áspera y prácticamente en su totalidad con el suelo cubierto de piedra. Pensé que con el perro de la traílla avanzaría con excesiva dificultad (en este terreno cuando arrastra la correa va permenentemente enganchándose entre las piedras, además de con el monte). Pensé que como Zivo suele andar bastante pegado a mí, no corría el riesgo de que levantara el vareto de un supuesto encame demasiado lejos de mi posición. De todas formas, a estas alturas ya pensaba que si la herida era efectivamente de jamón, el ciervo no se habría echado sin haber andado un buen trecho. Nuestras posibilidades de éxito eran muy escasas.
Recorrí pisteando de vista un rastro en el que solo encontraba alguna gotita de sangre cada 10-15 metros, alrededor de 1,3 km. De vez en cuando encontraba marcado de sangre el matorral, por encima de mi cintura. Zivo andaba alrededor mío y, a ratos, me parecía ver que tomaba el rastro (sin demasiada decisión), pero volvía a mí cada vez. En todo el recorrido, que iba siempre "picando" hacia arriba, solo pude encontrar dos puntos en el que el ciervo parecía haberse detenido, sin echarse (4 ó 5 gotas de sangre juntas). A las dos horas, llegamos hasta una vieja "hornera" o "carbonera".
Inciso: en los Montes de Toledo se encuentran muchos emplazamientos de antiguas carbonera de hacer picón, en laderas inverosímiles. Los carboneros buscaban un pequeño rellano y hacían una carbonera de encina o jara. Cuando habían limpìado la zona, se trasladaban 300 ó 400 m. y hacían una nueva. Lo único que queda de esas carboneras es una plataforma de tierra oscura batida. En esos terreros les encanta a los ciervos revolcarse. En todas se encuentra mucho pelo.
En la carbonera encontré dos gotas de sangre. Media hora después de buscar a su alrededor, en todas las trochas (que eran abundantes) no había encontrado ni rastro de la huída del vareto. No vi más sangre. Concluí que se habría revolcado en el terraguero, se habría tapado la herida y había dejado de dar sangre. Lamentándolo en el alma, decidí dar por concluida la búsqueda a las 11.30 h. Creo y deseo que, probablemente, la herida no sera suficiente para acabar con su vida.
¡Mucho arroz para Zivo! ¡A seguir trabajando!
Foto desde la carbonera donde abandoné. Marcado en un círculo, el lugar donde estaba el vareto cuando lo tiré.