En mi entorno, se están empezando a cazar las hembras de corzo con cierta regularidad. Esto está teniendo, como efecto colateral, la aparición de llamadas para rastrear corzas heridas. La temporada de corza por aquí sólo dura mes y medio, y en lo que llevamos de septiembre me han llamado en tres ocasiones. No se si los rastreos de corzas representan una proporción importante del total: las fichas lo dirán. Han sido, por otro lado, mis primera experiencias rastreando hembras.
Os relato el rastro de esta madrugada, del que he sacado mucho aprendizaje.
Corza tirada ayer, en rececho, a las 8 de la noche, en la linde de un rastrojo, con un 7mmRM. El cazador no ve la reacción al tiro y la corza sale corriendo y atraviesa un rastrojo de 90 m para entrar al monte. A la carrera, le parece que va pegada. En el tiro encuentra un trozo de hueso de unos 5 x 3 mm y otro de músculo de similar tamaño. Entra al monte siguiendo la dirección de la corza y a unos 100 m la levanta, sin verla bien y no la puede tirar. Por todo lo anterior, sospecho un tiro de pata o jamón y no me gusta nada ya que tengo que estar a las 9 en el trabajo. Inconvenientes de no ser un profesional del rastreo.
Esta mañana empezamos el rastreo a las 7 horas, noche cerrada todavía, con ayuda de la linterna. Primera enseñanza: mi linterna frontal de último modelo no funciona. Probablemente hace más de un año que no la utilizo y no tiene pila. Afortunadamente llevo otra linterna de mano. En el tiro veo los indicios ya conocidos. A pesar del tiempo seco de los últimos días, a esas horas el rocío lo cubre todo y facilita el trabajo. El perro localiza el anschuss inmediatamente, sin necesidad de ponerlo. Tras varios rodeos, toma un rastro muy decidido y con la nariz baja. Atraviesa el rastrojo y entra en el monte. Como los machos, también las corzas van por lo más espeso del monte. Además cuesta arriba.
Tenemos 10ºC, pero ya estoy sudando. La ayuda del cazador facilita pasar las carrascas más tupidas. Un par de gotas de sangre en el trayecto: tal y como va el perro no hacían falta. Unos 200 m después, siempre cuesta arriaba, hay una cama con bastante sangre, que me parece reciente. Seguimos, y a unos 700 m del anschuss y tras unos 35 minutos de rastreo, en lo más espeso, oímos movimiento e inmediatamente los gruñidos y chillidos de la corza. Entro con dificultad y veo al perro sujetándola de una pata rota. La corza tira para todos los lados, pero ni se libera ni arrastra al perro. No puedo tirar allí, así que salgo, le doy el rifle a mi acompañante y desenfundo el cuchillo de remate de jabalí, que ahora llevo siempre. Con las tres patas libres, la corza se mueve constantemente y fallo el primer intento. Al segundo, acierto con el cuchillo en el codillo y todo acaba rápidamente. La navaja pequeña o la técnica de descabello no están hechas para mí.
Felicito al perro y ya con las primeras luces, emprendemos el regreso. La corza tenía un tiro que le entraba por el jamón y salía más bajo al otro lado de la pata, probablemente partiéndo el femur, con las otras tres extremidades íntegras.
He aprendido o confirmado que: hay que revisar la linterna (como todo); la noche es excelente para el perro; las corzas (igual que los machos) eligen lo más sucio y no les asustan las pendientes; un ayudante obediente es de gran utilidad; necesito mi pesado cuchillo de remate; el Tobi es capaz de parar una corza. Respecto a esto último, anteriormente no había podido parar a dos corzos machos, aunque a ambos las vi correr a pocos metros sin hacer exrtraños, por lo que sospecho que estaban pegados en una pata muy abajo o en la pezuña.
Recuerdo un rastreo kilométrico de Gerardo a una corza con una pequeña herida. Tengo mucho interés en saber la opinión que tenéis sobre las particularidades del rastreo de las hembras de corzo, ya que parece que se va a convertir en mi segundo trabajo en otoño.
Un saludo.
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Vie Sep 25, 2009 5:23 pm