Rastreando en Hungría

Desde Hungría, junto a la frontera de Croacia, os adelanto esta foto de ayer. Todo un personaje el conductor "profesional" que vino con su Hannoveriano a rastrear un jabalí herido de la noche anterior. Bonita experiencia y, como siempre, algunas lecciones que aprender (en especial la paciencia y la fe en el perro). Cuando vuelva a España os lo cuento y pongo más fotos.

Que suerte tienes Álvaro
Yo cuando sea grande quiero ser como tu, viajero incansable y dedicar el tiempo a lo que más me apasiona.
Esperamos ansiosos ese reportaje , que siempre aprendemos algo.
Un abrazo
Félix

Estamos impacientes porque nos cuentes. Tiene que ser curioso contrastar experiencias con los rastreadores de allí. Por cierto que esa es una barba y no la de otros,ja,ja.

Ya de vuelta, por fin puedo sentarme un rato al ordenador para enseñaros alguna de las fotos que hice durante esta experiencia de rastreo por tierras húngaras.

Un grupo de amigos nos fuimos a pasar unos días de la luna de mayo recechando jabalíes, en los bosques y tierras de labor de una gran empresa agrícola, forestal y ganadera de Hungría. Para ellos los jabalíes son un problema, porque producen importantes daños sobre las siembras de maíz, girasol, soja, trigos y cebadas. Los cazamos de noche, con la luna, recechando en bosques y cultivos. Una forma de caza verdaderamente bonita y emocionante.

La cosa es que la noche del 4 de mayo uno de los integrantes del grupo tiro un guarro al trote, atravesando una pradera. Al tiro se sentó y después inició una veloz carrera, para perderse entre la vegetación. Esa misma noche investigaron el anschuss a conciencia, pero no encontraron ni un solo indicio de herida. No obstante, seguros de haber herido el guarro por su reacción al tiro, decidieron dejar la búsqueda para el día siguiente.

Yo, por supuesto, me apunté al rastreo. Empezamos a eso de las 9.00 de la mañana, con una hembra de Sabueso de Hannover (Vinca), propiedad de Peter, el ingeniero que lleva la caza en este territorio.



La perra, ya con 12 años, estaba francamente gorda y no mostraba mucha codicia en la búsqueda. A pesar de ello nos llevó hasta una zona con agua y carrizos, hasta la primera y única mancha de sangre que encontramos en toda la mañana. El guarro había marcado bajo, sobre una hoja.





A partir de aquí, la perra deambuló sin buscar en condiciones. Al cabo de una media hora, sin encontrar más indicios y con la perra muy sofocada, su propietario suspendió el rastreo.

Llamó entonces a uno de los guardas, que acudió con un teckel. Tampoco funcionó y cada vez hacía más calor.

Peter nos dijo entonces que iba en busca de un conductor de perros de sangre muy afamado. Yo esperaba con impaciencia...

Al cabo de una media hora, apareció János. Su aspecto, desde luego, no me dejó indiferente. ¡Qué personaje! ¡Qué coche!







El perro, un hannoveriano de 8 años, también entradito en carnes. Collar localizador Garmin Astro 220, traílla sintética y un 9.3x62 "tuneado". Pinta de profesional total.

Siguiendo la más pura ortodoxia, dejó al perro sentado y se dirigió al anschuss junto con Peter, que le explicó la reacción del guarro al tiro y la zona donde pensaba que se encontraba en el momento del tiro. No en vano Peter acompañó al cazador la noche anterior.



No encontraron ningún indicio, pero el perro tomó decidido un rastro, en dirección al carrizal.





Continúa...

Al poco, llegamos a la mancha de sangre que nos había mostrado la primera perra, lo que nos confirmó que el perro había tomado el rastro correcto.



Atravesamos una zona encharcada, detrás del perro. Esperábamos encontrar más sangre al otro lado del canal.



Al pasar al otro lado, dentro del carrizal, el perro pareció perder el rastro. Lo atravesamos por varias zonas, hasta dar siempre en una pradera, sin solución de continuidad.





Llevábamos ya más de una hora dando vueltas y más vueltas detrás del perro, siempre atraillado. Yo empecé a dudar de que la cosa llegara a buen puerto, pero de pronto pareció tomar un rastro más decidido, que atravesaba la pradera en dirección a una mancha de bosque.





A gatas detrás entramos en una zona de matorral cerrado. El sabueso se paró en seco y nos mostró algo...



Se trataba de una cama fría, sin un solo indicio visible. Yo, sinceramente pensé que era de otro guarro. János dijo algo, pero como el húngaro es indescifrable para mí, no me sirvió de mucho. Avanzamos unos metros, saliendo del matorral hasta una clarita.



El perro empezó a levantar la nariz en todas direcciones. Zivo hace eso siempre que tiene la pieza cerca. Por primera vez desde hacía un buen rato (lo reconozco) pensé que el rastreo iba a tener final feliz. Llevábamos ya dos horas y no nos habíamos separado del anschuss más de 300 metros. Atravesamos la clara, la perra se metió en el monte y......



¡Allí estaba! Un guarro macho de más de 100 Kg, con un tiro de jamón, sin salida. Al aviarlo comprobamos que debió tirarse algo sesgado porque la bala había dañado el paquete intestinal. Ni un solo indicio visible con excepción del rozón en las hojas del carrizo.

Gran corpachón...



Aunque pocos colmillos



Imponente el navajazo que lucía por detrás del escudo, ya casi cicatrizado, consecuencia de la pelea con algún buen "vitorino".



Agua para el perro, hacía ya mucho calor, utilizando el sombrero de Peter. Otra bonita tradición de caza centroeuropea.



Felicidad del cazador, el conductor y un servidor, que ejerció de atento observador.



Y satisfacción en el perro, que demostró un enorme tesón hasta dar con la pieza.



Después de rendirle honores con toque de trompa de caza, aviamos la pieza y la subimos en el artilugio tipo parrilla que llevaba el bien preparado coche de János.









Perro al coche y vuelta a casa, todos contentos.





Además de disfrutar mucho, saqué una importante enseñanza viendo trabajar a estos veteranos (perro y conductor). La paciencia y el tesón en la búsqueda nos pueden hacer encontrar muchas piezas. Tardamos más de dos horas y el guarro estaba a 300 metros del tiro. Yo, posiblemente, viendo al perro sin fijeza en un rastro durante tanto tiempo, sin encontrar más indicios, hubiera dado la búsqueda por concluida. János tuvo paciencia, confió en su perro, lo siguió a todas partes de la traílla y acabó encontrando la pieza buscada.

Una experiencia más, bonita e instructiva.

Hola Álvaro
Gracias por contarnos la aventura, es el perro el que en definitiva manda en el equipo,
lo importante es conocerlo y confiar ciegamente en el.
Siempre aprendemos algo de cada relato. El coche ,"Fantástico"
Un abrazo
Félix

Vaya tío para estar con el alrededor de una lumbre y conseguir entenderle!!!
El respeto por las tradiciones que destilan las fotos, el video etc... en todos estos países de centro Europa, me da una envidia tremenda.
Enhorabuena Alvaro y cia por ese bonito viaje de guarros salvajes y por haber podido disfrutar de ese cobro tan difícil para un perro más jóven y un rastrador poco experto.

abrazos
Alfonso

Buenas,
Menuda historia que nos acabas de contar. Impresionante, igual que el navajazo del jabalí y que la barba del guía (y no es por meter el dedo donde más duele... ). Como puede que sea eso de la barba lo que motiva el perro yo ya he empezado a cuidármela...
Un saludo a todos.

Karlos.

Buen relato, sí señor, y bien documentado.
Y sobre todo, de nuevo, la lección de la confianza en el perro y del tesón para no abandonar a la primera contrariedad.
Gracias por compartirlo.
Abrazos

Un crak el tal Janus, vaya "cochazo".

Muy interesante el relato, bonita aventura, de las que gusta leer.

Como todo en la vida las cosas que parecen imposibles, con esfuerzo, confianza, dedicacion, y tambien un "pelin" de suerte se consiguen.

Gracias por el reportaje.
Muy interesante. El ratreo no era nada fácil. Ya era el tercer perro que entraba.
A mí me ha sido muy útil.


Saludos

Soy testigo de todo lo que ha dicho Alvaro, fui yo el que hirió el cochino. La verdad es que empezamos a dudar de la eficacia del barbas 5 minutos antes de encontrarlo. Lo que no se es si poniendo el JR en el rastro fresco lo hubiéramos cobrado. De todas formas le he hecho promesa a Alvaro de trabajar mas los rastros fríos e intentar acreditar mi perro.

Un abrazo

Bartolo de Diego

bartolo escribió:

De todas formas le he hecho promesa a Alvaro de trabajar mas los rastros fríos e intentar acreditar mi perro.
Bartolo de Diego

Esto lo han de ver mis ojos
Abrazos

Y los míos!!!!!!!