Ayer recibí una llamada telefónica a la 23:00. Estaba precisamente ayudando a pelar un cochino a un amigo en mi casa. La llamada era de un conocido al que le he dado "la chapa" abundantemente sobre la necesidad de rastrear y verificar cada disparo.
El caso es que no fué él el autor del disparo, sino un compañero suyo que tras dispararle con un 300 WM manifestó que no le había tocado porque con ese calibre lo que aciertes, lo tumbas.
Ahí quedó la cosa, y en el regreso a casa a mi amigo le iba sonando cada vez más en la cabeza la obligación moral de verificar cada disparo, hasta el punto que me llamó para que fuera a echarle una mano.
Desgraciadamente, esta mañana la tenía comprometida y el siguiente conductor más cercano tampoco podía acercarse.
Mi amigo(con el que estaba pelando otro bicho) se ofreció a dar una vuelta por la mañana con su perrilla (una bretona buenísima para el conejo) prometiendo que ante indicios evidentes de acierto (es un cazador ya "educado" en el arte de rastrear) me llamaría para que fuese por la tarde con Turrón.
El caso es que pese a no encontrar sangre, sí que pudo identificar la arrancada del jabalí y su bretona lo marcó a unos 40 metros del tiro en un sucio, ya patas arriba.
De todo ello me quedo con que es necesario seguir sembrando la filosofia AEPES de verificar cada disparo. A veces, esta siembra cae en tierra fértil y da su resultado.
Un cochino menos perdido . Hoy me puedo dar por satisfecho.
saludos