> Solicitud de rastreo de un isard (rebeco) tirado a las 17:20. La
> solicitud la cuelgan en el grupo de wassap a las 22:00.
>
> Tirado a 120 metros de frente con un calibre magnum, encuentran dos o
> tres pequeñas gotas de sangre en el anschuss. El animal atraviesa una
> pedriza levantándose cuando llegan cazador y guia. Es una visión fugaz
> y no le advierten signos de flojear. Se acerca la noche y es un lugar
> peligroso para que se haga oscuro, así que salen de la zona.
> El cazador, muy veterano, asegura que lo ha tenido que traspasar de
> pecho a culo.
> Es precisamente es el hecho de que se parara a escasos 100 metros del
> tiro,y no los indicios encontrados lo que hace al guia pedir un
> rastreador.
>
> Los isard son animales mas bien blanditos, por lo que en un tiro
> frontal caben salvo sorpresas dos posiblilidades: ha sido tocado y se
> encuentra dentro de los primeros 200-300 metros , o por el contrario
> ha sido una rozadura y no se cobra.
>
> Atendiendo a que el animal forma parte de uno de los cuatro precintos
> que tiene una pequeña sociedad de cazadores (a la que pertenece un
> socio Aepes Cataluña que no puede acudir por motivos laborales) con
> los que su venta sufraga el mantenimiento de los perros de batida, es
> importante su recuperación; o al menos asegurar al cazador lo allí
> acontecido.
>
> Nadie disponible, así que me apunto . Los motivos que me
> empujan son tres:
> - Nunca he rastreado un isard con Turrón. Razón ya suficiente
> por sí sola.
> - Echar una mano a la sociedad de cazadores , ya que me lo
> pidió nuestro socio.
> - Que hace falta poco para que me eche p?alante.
>
> Salgo a las seis de caza y no es sino hasta las 9:30 que no llegamos
> por tortuosas sendas de montaña hasta la posición que ocupaba el
> tirador, a 1900 metros de altura. Separándonos del anschuss hay una
> pedriza de unos 90 metros de anchura formada por piedras sueltas en
> equilibrio inestable de tamaño pequeño y mediano. El desnivel es superior al
> 50% así que hay que medir cada paso y avanzar con cautela. Imposible
> trailla que te puede desestabilizar. Cruzamos la pedriza, lo que nos
> lleva casi doce minutos padeciendo cada vez que nuestro paso desprende
> una piedra y provoca un deslizamiento de rocas hacia el fondo. Turrón,
> perro de montaña acostumbrado a tejados resbaladizos se desenvuelve
> con total normalidad.
> Llegados al anschuss el cual tiene una gran roca y unas matas
> detrás-inmejorable para encontrar indicios- no observo más que cuatro
> gotitas de sangre, sin más evidencias. Malo.
>
> Hay que bajar unos 80 metros de nivel por el filo de la pedriza y
> volver a atravesarla para llegar al punto desde donde se levantó el
> animal. Nos cuesta un mundo mientras Turrón ya ha llegado hace tiempo
> y sale en la dirección en la que se perdió el isard.
>
> Por nuestra parte, no encontramos NADA y eso que en nuestro lento
> progresar tenemos tiempo sobrado para registrar minuciosamente cada
> salida de la pedriza al bosque.
>
> Turrón registra toda la zona, según su costumbre cuando rastrea suelto
> y se marca casi cuatro kilómetros en sus idas y venidas a buscarme, no
> ladrando en ninguna ocasión. Vemos por el garmin que ha acudido cuatro
> veces a un mismo punto, en el cual ha estado parado. Desde nuestra
> posición está a 260 metros y en estas circunstancias, progresando por
> una ladera al 50% inclinación es una lenta y sufrida tarea llegar
> hasta él. Atravesamos otra pequeña y peligrosa pedriza y llegamos al
> punto marcado: unas grandes rocas donde Turrón no puede avanzar ni
> sortear. No observamos ningun indicio ni mancha de sangre. Conociendo
> a mi perro puedo asegurar que por ese punto pasó el isard. Ni siquiera
> Turrón se aventura a ascender las rocas, así que damos por concluída
> la aventura.
> Nos lleva casi otra hora y media bajar hasta el fin del barranco,
> desplazarnos y volver a ascender hasta el coche.
>
> En fín, que siempre no podemos culminar (ya comenté que este rastreo
> a priori era un cara o cruz), pero las aventuras que vivimos Turrón y
> yo las disfruto a fondo.
> Por la tarde, ya en casa, le encontré una pequeña magulladura en la
> cara-herida de guerra sin importancia- y tras zamparse su pienso
> aliñado esta vez con una lata de sardinas se desplomó como un saco en
> la alfombra, durmiendo de un tirón casi hasta las nueve. Estaba
> derrengado, menuda paliza se dio.
> Yo también hoy parezco un viejo. Tengo unas agujetas que me impiden
> bajar escaleras, a pesar de lo cual me encuentro feliz. Más no se pudo
> hacer y prueba de ello es que me he levantado xxx pero contento.
> Un saludo
Equipo derrengado
Ladera donde se desarrolló el rastreo