Os pongo algunas fotos del rastreo de ayer, fácil, sobre un jabalí tirado en montería.
Me dispongo a buscar un jabalí, tirado durante una montería en los Montes de Toledo. Preguntado el cazador, me dice que cree que el jabalí era bastante grande. Inmediatamente me imagino cobrando un guarro de enormes colmillos...
Han pasado unas tres horas, y en el anschuss (sobre un camino) no veo nada. Hay que decir que había caído y caía lluvia incesante durante toda la mañana. Unos 10 metros dentro del monte encuentro evidentes muestras de que el jabalí ha resultado herido. Sangre roja abundante - a pesar de la lluvia - y fragmentos de hueso, uno de ellos resultaba bastante evidente que era un hueso de caña. Herida baja en la pata... Pienso que el rastreo puede ser difícil, aunque la abundancia de sangre me anima a pensar que ha resultado afectado algún vaso importante y a lo mejor el bicho está debilitado y encamado.
Atraíllo a Zivo, le pongo su collar localizador, y al rastro. Encontramos mucha sangre durante el rastreo y, a los 150 m., súbitamente Zivo se para. Sin mediar ni medio segundo oigo el arroyón en nuestra dirección y Zivo recorre los diez metros que le separan de mí de un salto, pegandome un golpazo en las piernas y haciéndome trastabillar. Inmediatemente pienso que ambos vamos a ser arrollados por un enorme guarro de inmensos colmillos.
Recuperamos ambos la presencia de espíritu y oímos al jabalí rechinar los dientes. Me animo pensando que quizá sea una guarra. Suelto a Zivo, que se va hacia allá, empieza a latir, y desplaza al bicho unos 20 metros, donde lo vuelve a parar. Veo el guarro, y no es tan grande, además de ser hembra. Respiro por el perro y me da tiempo a hacer unas fotos.
Le aplico el tiro de remate con el 45-70. Zivo se apodera de él con ganas.
Tiene una herida que le ha quebrado la pata y la ha debilitado lo sificiente como para encamarse a 150 metros del tiro.
Rastreo corto, pero divertido, y otra buena enseñanza para Zivo, que va cogiendo experiencia.