Pues yo estoy con Luis, Juan. Pienso que el único sentido que tiene tener un perro de sangre en un puesto de montería es nuestro propio "disfrute", es decir, que nos apetezca tenerlo cerca, ver sus reacciones, acariciarle de vez en cuando, etc. Con respecto a lo de que nos vaya avisar de la inminente aparición de un guarro o un venado en el cortadero, que si no es por el perro nos habríamos "tragado", creo que hay una buena dosis de exageración en tal afirmación. Creo que, por bien educado al puesto que esté, no va a estar totalmente inmóvil durante tres o cuatro horas. Se moverá, hará ruido, se impacientará, tendremos que andar pendientes de los perros de rehala, etc.
Por otra parte, con respecto a su verdadero trabajo, que es el de buscar piezas heridas (nuestras o de otros) después de la montería, debemos tener en cuenta lo siguiente. Lo ideal es esperar al menos un rato después de acabar la montería, antes de empezar a rastrear. Nos evitaremos así muchas distracciones para el perro como armadas que se recogen, coches, postores, rehaleros tocando la caracola (si, ya se que después de media hora siguen llamando perros, pero "lo gordo" nos lo hemos quitado). En resumidas cuentas, salvo que nos haya tocado un puesto a media hora andando del coche (cosa que ya no suele pasar, salvo quizá en algunas batidas norteñas), nos dará tiempo a volver al vehículo, dejar los "trastos de matar", colocarnos nuestra chaqueta de rastreo, coger al perro y la traílla y empezar a rastrear. Podremos además preguntar al postor o a otros cazadores de nuestra armada si tienen alguna pieza herida que buscar.
En resumen, creo que tener o no el perro en un puesto de montería es una cuestión de "apetencia" del cazador. El resultado de nuestra cacería y de los futuros rastreos no variará significativamente por tener al perro en el puesto o dejarlo en el coche.