Ojo, Paco, que la cachorra es aún muy jovencita. A veces las malas experiencias son malas, y si le pega el cerdo vietnamita una paliza igual coge miedo para siempre. Por otra parte, existe también el caso contrario. Hace unos años le regalaron al dueño de una finca que llevo yo un magnífico cachorro de Bloodhound. Entre los guardas y yo intentamos prepararlo para buscar piezas heridas, dado el increíble olfato que tienen estos perros y sus aptitudes para el rastreo.
Pues el susodicho perro no quería ver la caza ni en pintura. Cuando le acercábamos a alguna pieza muerta, metía el rabo entre las piernas y, literalmente, se meaba. Prácticamente lo habíamos desechado ya como perro de sangre (tenía dos años por entonces), cuando decidimos aplicarle un tratamiento de choque. Un vareto de ciervo se metió en una pequeña cerca de protección de cultivos, y no acertaba a salir. Metimos dentro el perro. Recibió, sin que pudiéramos evitarlo, una buena paliza a manotazos del vareto. Pensamos que, después de semejante experiencia, todavía le darían más miedo las reses.
Pero como en ningún asunto existen verdades absolutas, y menos con los perros, el bloodhound "despertó" y empezó a mostra una codicia desmedida con la caza. Lo sacábamos al campo y levantaba lo que pillara. Ilusionados con su cambio de actitud, los guardas empezaron a utilizarlo para buscar caza herida. Tiene ahora tres años y funciona de maravilla. Rastrea calmado, con traílla o sin ella, y ha cobrado varias piezas (algunas complicadas). Muerde la caza herida viva, incluso los jabalíes. Se ha llevado algunos trompazos más, y cada vez va mejor. Parece "que le va eso de que le den caña".
En cualquier caso yo, tendría cuidado con la perra y el cerdo, porque es demasiado cachorra.