" Sobre las 10'30h de la mañana, con un frío de nivel, me entraron para cruzar el campo una buena piara de jabalíes compuesta por 12 individuos, entre ellos un macareno ejemplar. Cuando pude coger posición de tiro, apunté al grande y le sacudí tres píldoras de mi 30-06, el suído no acusó los disparos en ningún momento. Y cuando me quité el arma para recargarla pude ver como el gran jabalí iba tocado bajo y trasero, mientras se escabullía con el resto entre la espesa, espesísima vegetación de la umbría.
No había llevado a Caban a cazar, y cuando me disponía a ir a buscarlo, me llamó el amigo perrero para decirme que se acercaba al puesto para ayudarme a buscarlo.
Eran las 13:00h y llegó al campo maldito, pero no traía con él ningún perro!!! Los tenía perdidos por el monte siguiendo más jabalíes. Nos pusimos a rastrear con mucho cuidado, repito que la vegetación era francamente impracticable, y hacía una peste a macho montuno que tiraba “patrás”. A parte, teníamos que ir muy despacito, ya que la sangre brillaba por su ausencia. Y entre los resbalones, la poca sangre y la peste íbamos tirando, marcando con cinta los indicios encontrados, ya que frecuentemente teníamos que volver para atrás.
Ya un poquito desesperados, antes de llegar al camino de la imagen del plano, encontramos varias camas, suponíamos que se estuvo un buen rato ahí intentando paliar su dolor. Seguimos con el rastro y llegamos al camino. Una vez en él y pensando en la poca cantidad de sangre encontrada, nos planteamos seriamente el abandono. Aunque yo pensaba que por el tiro el animal no viviría. Y me estaba planteando la posibilidad de ir con Caban al día siguiente para retomar la búsqueda.
Pero mirando al otro lado del camino, el compañero encontró un pedazo que tripa (que suponemos que taponaba la herida y por eso la poca cantidad de sangre, y que debió expulsarla por el agujero al hacer el sobreesfuerzo del paso del camino) seguida de unos buenos chorros de sangre.
Fue entonces cuando ambos nos miramos y vimos que la cosa no podía quedar así. Y como caído del cielo, por el camino apareció un veterano grifón vendeano grande propiedad de mi amigo, al que pusimos rápidamente sobre el rastro. Cabe decir, que el perro llevaba una buena herida en un costado fruto de un navajazo de otro combate que tuvo la misma mañana con otro jabalí. Pero, que por suerte no era muy profunda.
Ya siguiendo los pasos seguros del can, decidimos separarnos un poco. Mi amigo iba detrás de su perro y yo unos metros por encima.
Lo encontró y después de una buena batalla, el compañero pudo efectuar el tiro de remate, acabando así con el sufrimiento del gran macareno y recuperando sus viejas carnes y el apreciado trofeo.
Nos costó lo nuestro poderlo sacar del barranco.”
Detalle de mi mal disparo
Embargadura del gran macareno, pesó 96 kilos.
Detalle de la boca
espero que os guste la aventura aunque no pueda bautizarla como la primera como conductor acreditado, pero todo suma y otro animal recuperado que no se pierde!
Saludos,