Con la excusa del cierre de la temporada de corzos he pasado unos días por tierras de Sigüenza. La oportunidad de ejercitar al perro parecía buena, cazadores detrás de cada mata esperando a los corzos, en estas fechas fáciles de localizar pues a pesar de ir camuflados emiten unos pitiditos y pedorretas que los identifican.
Al grano, el 28 a las 8 de la mañana me llama un amigo, que ha herido un corzo, cree que grande. Lo ha visto tumbarse en unos espinos y con buen criterio no ha querido molestarlo. Entre que yo tenia que volver al coche y que el perro esta con mi mujer no consigo llegar al lugar de lo hechos antes de las 11, ya hace calor.
Me explica el cazador donde lo ha tirado, el recorrido y donde se ha tumbado. El se pone en la ladera opuesta para controlarlo y yo subo con mi JR. Subiendo el perro corta un rastro pero al no ver sangre le hago volver, encontramos la cama con muy poquita sangre, mala pinta. Empezamos a seguirlo despacio con un par de vueltas atrás, no se si es el buen rastro pues no se ve sangre, el calor aprieta y parece que se ha metido en unas aulagas espesisimas. Solo parece pues no tengo evidencias que el corzo esta dentro. El perro lo marca pero no entra, en ese momento veo al corzo salir por el lado opuesto y el cazador lo tira, creo que lo ha pegado, animado por el tiro el JR salta encima de las aulagas, parece un "faquir", consigo sacarlo y buscando una vereda rodea el manchón dando con el rastro, el nuevo tiro y el corzo a unos 50 metros ya muerto. Final feliz todos encantados! Por cierto el primer tiro unicamente le partio la rodilla de la pata trasera derecha, de ahi la falta de sangre.
Al dia siguiente con la moral por las nubes me comenta en el desayuno otro cazador que ha herido un corzo en los jamones, después de lo de ayer pan comido. Ademas Zivo llega esta noche y hay que lucirse amenaza con intentarlo al dia siguiente.. Por hacerlo corto llegamos al tiro y hay unos pequeños trocitos de carne colgando. El sitio parece un laberinto de paredes de piedra y el perro sigue el rastro pasando portillos donde deja algo de sangre. Al salir al campo abierto nos liamos con varios rastros y no conseguimos identificar el bueno. Mi opinión, ojal en un jamón. Desgraciadamente por la tarde cae una fuerte tormenta y Zivo no puede ni intentarlo, seguro lo habría encontrado...
Conclusion: Bien por el primer cazador, el hecho de dejar al animal tranquilo hizo que se pudiera rematar a menos de 300 metros del lugar del tiro. El segundo cazador hizo lo contrario y no hubo forma de cobrarlo. A los dos que intenten apuntar al codillo...
Bartolo de Diego