Pues la verdad, Bartolo, es que sí pude comprobarlo. No fue necesario trabajar con el perro sobre los machos cazados (que no anduvieron ni dos pasos), aunque es cierto que los latía a muerto con más fuerza y los mordía con más ganas que a ciervos, corzos y jabalíes. Curiosamente fue otro hecho el que me acabó de convencer. Andábamos por un camino cuando el perro se detuvo de pronto, levantó la nariz y se metió en el monte. A unos 50 metros, frente a una mata grande y espesa de carrasca, se paro y comenzó a latir a parado, con el rabo muy tieso y visiblemente excitado. Como habían andado de cacería por la mañana las cuadrillas del pueblo, pensé que en la carrasca podía haber encamado un guarro herido (o sin herir). Pensando ya en que sería un curioso doblete macho-jabalí, nos acercamos a la mata con precaución. No veíamos nada dentro. El perro seguía latiendo y dándole vueltas a la mata. Finalmente vimos una pata de cabra montés (probablemente una hembra), que seguramente se estaba zampando un zorrete dentro de la mata (no había ni rastro del resto de la cabra). Así que el bueno de Zivo, que no había visto la pata hasta que la sacamos de la carrasca, latía a parado al miembro "amputado" y ya algo reseco. Cuando menos, curioso.