Este jueves por la mañana me llama el compañero Iñaqui,para ofrecerme la posibilidad de realizar un rastro, a él le iba fatal y a mi me hacía un gran favor, y encima se trataba de una zona a escasos kilometros de mi residencia. Y sabiendo que el objetivo es acudir a las llamadas de los cazadores para intentar cobrar el animal, demostrando nuestro buen hacer y seriedad, pues encantados hemos acudido.
Junto con Caban hemos realizado un rastro de sangre de un corzo al que un cazador tiró el día antes a las 9. Según el cazador, lo primero que se presentó en el campo fue una piara de jabalíes. Estos se quedaron en un extremo pastando. Al rato, entró una corza por la otra punta y, acto seguido, el macho encelado junto a otra corza. Cuando el cazador tuvo posición de tiro, lo efectuó y, de repente, el corzo cayó de espaldas y empezó a patalear. El compañero del cazador se acercó y justo en ese instante el corzo se levantó y se fue andando por donde entró, detrás de las hembras. Fue entonces cuando el cazador llamó a un amigo perrero que conocía. A la media hora llegó y puso al sabueso atraillado en el rastro de la salida. Siguieron el rastro de los corzos durante 400 metros aproximadamente, ya anocheciendo. El perro estaba muy nervioso y marcaba muy fuerte pero no sabían si seguía el rastro de las corzas o el del corzo.
Al día siguiente, llegó nuestra hora. Llegamos con Caban sobre las 16:00 h y nos encontramos con el cazador y su acompañante, con los que fuimos al campo. Una vez ahí, no encontré absolutamente nada en el anschuss. Dejé rastrear a Caban y me llevó a la salida de los animales, dónde si vimos un mancharon de sangre. Caban lo siguió bien y nos llevó a una pista forestal asfaltada, pero antes encontramos el terreno muy batido. Una vez en el asfalto, encontré la subida al otro lado y seguimos con Caban, A los 30 metros aproximadamente encontramos un poco de sangre en unas ramas (3 gotas), y a partir de ahí nada más de sangre (habiendo recorrido hasta el momento más o menos 300 metros). Caban continuó muy seguro hasta un riachuelo, pero yo no supe ver más indicios. Lo atravesamos y continuamos un rato más, pero nada, entonces Caban fue saltando de rastros y de sentido y finalmente decidí abandonar a las 19:00h, habiendo recorrido unos 600 metros.
El viernes, quería quemar un último cartucho y llamé al cazador para intentarlo de nuevo, él y el compañero vinieron encantados. Nos pusimos a trabajar a las 17:00h y Caban siguió de nuevo el rastro recorriendo el mismo itinerario que el día anterior y, una vez pasado el riachuelo, teníamos delante unas canales con pendientes muy pronunciadas e impenetrables. Buscando y buscando Caban me iba llevando entre los densos buxus a las querencias de los citados corzos, encontrando a su paso excrementos, cama y alguna que otra escolladura. Incluso en algún momento debíamos tener el corzo cerca, ya que Caban se notaba más nervioso. Después de unas dos horas y habiendo avanzado unos 400 metros más, dando vueltas, he llegado a la fatal conclusión de que se podía tratar de un tiro en la apófisis, lo que vulgarmente llamamos un calentón de agujas!
Nos despedimos de los cazadores, que valoraron muy positivamente el trabajo realizado, y aseguraron tenernos en cuenta en futuras ocasiones. Nos volvimos para casa con un sabor de boca un poco amargo por ser el primer rastreo oficial de corzo sin haberlo podido cobrar, aunque supongo que era incobrable… Me llevo, eso sí, una experiencia inolvidable para el recuerdo.
Gracias Iñaqui.